Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
Los provincianos

Esa semana, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha acusado al Gobierno de “provincianismo” por permitir que en la conferencia de presidentes del viernes se pudieran usar otras lenguas cooficiales en España. Ayuso, en un intento de conseguir ser el centro de atención siempre, se salió un rato a la cafetería cuando el lehendakari habló en euskera. Luego llegó su compañero de partido y habló en gallego. Y afortunadamente el andaluz, Juanma Moreno, hasta llegó a usar los famosos pinganillos cuando sus compañeros de otras comunidades optaban por un mero saludo formal y a continuación seguir con el castellano.
El “provincianismo” como insulto involuntario define a la perfección lo que hoy es la mayoría absoluta en Madrid: que todo lo que hay alrededor de la verdadera España es de segunda clase. Inferior.
Hasta no hace muchos años en Madrid nadie era de allí. La capital se ha nutrido, como una especie de agujero negro, de gente de cualquier punto de España (y ahora del mundo), y daba igual tu acento o de dónde vinieses: siempre ibas a ser bien recibido y siempre te iban a tratar como a uno más. Pero ya no.
“Las provincias”, supongo, son aquellos lugares a los que aún no ha llegado la verdadera civilización madrileña, la de que te puedas tomar una caña cuando quieras, aunque por ella tengas que pagar una cuenta salvaje. La de que tengas que pasarte media vida en un atasco o haciendo cola para entrar a algún sitio. La de que si quieres tener una casa medio qué la busques a 50 kilómetros del centro. El sitio en el que quedar con alguien es como viajar de Córdoba a Sevilla para luego volver, en tiempo, no en kilómetros.
Madrid es España dentro de España, ya saben. O nieva en Madrid, nieva en España.
Con estas hipérboles tan exageradas a veces dudo si como a Trump le van a salir bien o en España somos diferentes a los americanos. Si una Ayuso acabaría siendo la primera mujer presidenta del Gobierno de España en caso de que el PP apostase por ella. O si se trata de un fenómeno exclusivamente madrileño, una especie de nacionalismo cañí, una presidenta que arrasa en la capital pero que en esas “provincias” que desprecia sin decirlo no acaba de convencer. No lo sé y creo que no.
Es probable que una Ayuso aspirante a La Moncloa acabe entusiasmando a las masas más enfervorecidas, esas que se han ido a Vox. Pero quizás espantando a los moderados. La clave está en la reacción de los varones del PP, que la miran como cuando una vaca ve pasar el tren y después sigue pastando.
Quiero creer que es verdad lo que vemos, que el ambiente político en Madrid es absolutamente irrespirable y que en el resto de España se convive bastante bien. Que nos podemos tomar una caña en libertad con los que no piensan como nosotros, que no tenemos a pseudoperiodistas acosando a nuestros políticos en la puerta del colegio de sus hijos, que los periodistas nos llevamos más o menos bien y que, en definitiva, se puede hablar. No quiero ese madrileñismo para las provincias, la verdad, donde afortunadamente nos conocemos todos. Y nos respetamos.
Sobre este blog
Alfonso Alba es periodista. Uno de los cuatro impulsores de Cordópolis, lleva toda su vida profesional de redacción en redacción, y de 'fregado en fregado'. Es colaborador habitual en radios y televisiones, aunque lo que siempre le gustó fue escribir.
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