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Asesinados, exiliados o asimilados por el régimen franquista: la muerte del periodismo cordobés en 1936

De izquierda a derecha, Juan Rejano, Fernando Vázquez y Joaquín García

Carmen Reina

14 de junio de 2025 20:14 h

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En la época final de la II República, en Córdoba existían cinco periódicos: Diario de Córdoba, El Defensor de Córdoba, La Voz, Guion y Azul. Llegó el golpe militar de 1936, la Guerra Civil y la dictadura franquista. Y a principios de 1939 solo quedaba ya un periódico: Azul, que recogía los preceptos del régimen. Cuatro periódicos desaparecieron y la prensa cordobesa sufrió asesinatos y el exilio. Fue la 'Pasión y muerte del periodismo cordobés en 1936', como la denomina el periodista Francisco Expósito en su trabajo de presentación como miembro de la Real Academia de Córdoba.

Expósito, que ha dedicado parte de su trayectoria a investigar y publicar trabajos sobre la historia de la prensa republicana y los momentos posteriores al golpe militar en Córdoba y su provincia, realiza ahora “un compendio y una profundización en mi investigación sobre el periodismo en esa época y, en concreto, en el año 1936”, explica en una charla con Cordópolis.

Su trabajo sirve para mostrar la situación de los periodistas en el último periodo de la República y cómo, tras el golpe, “la prensa cordobesa asumió las directrices del levantamiento militar”. La prensa que quedó. Porque la eliminación de periodistas y cabeceras fue literal. “Los periodistas e intelectuales cordobeses que asumieron las directrices republicanas fueron fusilados o se exiliaron”.

“Situémonos en 1936. ¿Qué hubiéramos hecho?”, cuestiona. Entonces, la respuesta fue que “a los periodistas marcados por defender la II República solo les quedaba huir o ser apresados. Y fueron asesinados. También hubo quien, directamente, asumió la dictadura porque creía en ella, hubo periodistas vinculados totalmente al régimen. También algún periódico, como Guion, que ya llamaba en aquel febrero al combate”. El caso es que “cuando ardió todo”, cuando se produjo el golpe franquista, el resultado para los periodistas cordobeses de la época fue que fueron “asesinados, exiliados o asimilados por el régimen franquista”.

Periodistas asesinados y exiliados

“Asesinado es la palabra que genera más impotencia y que aparece cuando comienzas a pasar páginas en la hemeroteca del periodismo cordobés en el año 1936”, lamenta Expósito. Porque ahí hay nombres como los de Antonio Bermúdez Cañete, Pablo Troyano, Manuel Piedrahita Ruiz, Joaquín García Hidalgo o Antonio Verdú entre los periodistas asesinados, que fueron muchos más, “vinculados o no a un bando u otro”.

Luego, estuvieron los exiliados que tuvieron que huir. “La enumeración arrastra la ignorancia de la imposición de una dictadura que hizo callar hasta la muerte al periodismo”, comenta para desgranar los nombres de Fernando Vázquez Ocaña, Juan Rejano, Corpus Barga, Pedro Garfias, Antonio Rodríguez Luna, Antonio Jaén Morente, Francisco Azorín, Eloy Vaquero o Niceto Alcalá Zamora, todo ellos “periodistas, artistas e intelectuales unidos a la Córdoba de la luz de finales de los años veinte y comienzos de los treinta del pasado siglo”. Y, junto a ellos, estuvieron los periodistas que “se sintieron cómodos con la dictadura o pregonaron las luces de agonía y odio del franquismo”.

“Pasamos de tener una riqueza intelectual impresionante en la prensa cordobesa a quedarnos en el vacío absoluto”, constata, primero por el golpe en 1936 y luego con la Ley de Prensa en 1938. Porque la Ley de Prensa obligó a regular la plantilla y fijar un sueldo, cuando la mayoría no podían hacerlo. “Fue una manera de controlar, exigiendo requisitos económicos que no podían cumplir. El camino obligado fue la desaparición”.

“Una purga absoluta en la prensa”

El periodista e investigador señala cómo “la II República perdió desde el inicio, prácticamente, el discurso de la prensa. Fueron desapareciendo, mientras afloraban en la provincia a la derecha otros periódicos como Guion en 1936 o el propio Azul vinculado a Falange”. Con el golpe militar y la dictadura se produjo “una purga absoluta en la prensa”. Y hubo “una asimilación del franquismo. Prácticamente, toda la prensa cordobesa asumió las directrices del golpe militar”.

¿La consecuencia? “Fue un control absoluto de la comunicación por parte del régimen franquista, algo que fue utilizado desde el principio, con un adalid importante como Queipo de Llano con sus discursos radiofónicos, con incendiarios mensajes contra la República, que luego se trasladaban a la prensa escrita”.

El golpe a la prensa cordobesa fue mortal. Y en la lejanía, quedó resonando el aliento de los periodistas que tuvieron que huir, como aquel periódico que dirigía Juan Rejano en el propio barco que le conducía a su exilio al otro lado del Atlántico.

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