Una segunda vida para una utopía juvenil, que parte del caos ecológico y la crisis de la imaginación

Una novela juvenil que hace el camino inverso a la trayectoria en la que está anclada parte de la narrativa actual: va de la distopía hacia la utopía. Un libro que, con un lenguaje adulto pero una imaginación infantil, habla de caos ecológico, infancias robadas y desconexión de los sueños. Esos son solo algunos de los ingredientes de Koko, una fantasía ecológica, una novela ilustrada que la escritora cordobesa Ana Belén Ramos escribió hace más de una década y que ahora acaba de ser reeditada por Gran Travesía.

Un libro que ha vendido miles de ejemplares y que, curiosamente, fue rechazado por varias editoriales, que hace una década, no mostraban demasiado interés en una trama centrada en los efectos del cambio climático pero pensada para los jóvenes. Hoy, su autora, considera que Koko, una fantasía ecológica, está tan vigente o más que entonces.

“Esta niña es más necesaria ahora que hace diez años”, afirma la autora en una charla con Cordópolis en la librería Ostin Macho, donde este sábado presentará oficialmente la reedición de un libro cuya semilla germinó durante una estancia en Estados Unidos, mientras impartía clases de español en Mount Holyoke College. Allí nació la idea de una niña con una cola, que inicialmente protagonizaba un cuento breve. Con el tiempo, esa imagen creció hasta convertirse en una novela de aventuras con un fuerte componente social y ecológico, una mezcla que hoy está muy presente en los libros infantiles y juveniles, aunque entonces no tanto.

Una rara avis

Porque Koko fue una rara avis cuando apareció. En una época en la que la literatura infantil apenas abordaba de forma directa los temas medioambientales, la obra fue rechazada por varias editoriales. Sin embargo, acabó abriéndose paso por méritos propios. A día de hoy, su autora cuenta que ha vendido más de seis mil ejemplares y ha sido leída en países como México, Argentina, Chile y Estados Unidos. “El libro ha tenido un recorrido muy bonito”, resume Ramos, que apunta que la nueva edición mantiene las ilustraciones originales de María González, que han contribuido a consolidar la identidad visual del universo de Koko.

“Desgraciadamente, el mundo ha caminado hacia lo que el libro ya vislumbraba... La pandemia, las inundaciones, todo lo que hacemos contra la naturaleza se ha vuelto más evidente ahora de lo que era entonces”, reflexiona Ana Belén Ramos, que reconoce que, una de las claves que ofrece la literatura juvenil es su apuesta por lo utópico en un momento en que domina la narrativa distópica.

En ese sentido, Ramos afirma que el libro es un viaje esperanzador: parte del caos para buscar una salida, una posibilidad de salvación. “O vamos hacia la utopía o nos enfrentamos a la destrucción”, apostilla sobre un giro hacia el optimismo que es, a su juicio, lo que ha conquistado también a muchos lectores adultos. “Muchos se me han acercado para decirme que el libro les ha gustado incluso más que a sus hijos”, cuenta la autora, que reivindica con firmeza el valor literario de la narrativa juvenil.

Mayúsculas para la literatura juvenil

“La literatura infantil y juvenil puede ser literatura con mayúsculas”, sentencia una escritora y profesora de universidad que, entre otros logros, ha recopilado y traducido los textos de J.M. Barrie, autor de Peter Pan, así como El mago de Oz o El Jardín Secreto. Ramos, de hecho, defiende la capacidad de las novelas para emanciparse de estas etiquetas y abordar temas que atañen a toda la sociedad. La metáfora, la imaginación, la creación son, a su juicio, instrumentos que pueden resultar sanadores tanto para quien escribe, como para quien lee.

Es por ello que Koko, una fantasía ecológica sí que se anticipó a la era actual, en la que la tecnología aplasta la imaginación de los niños y los somete a través de las pantallas. “Yo creo que los móviles están matando un poco esa capacidad de jugar solos, de inventar mundos. Y creo que llegará el momento en que de alguna manera eso acabe regulándose. Porque nosotros mismos, los adultos, también estamos perdiendo capacidad de inventiva y la propia felicidad con los teléfonos móviles. Y para los niños es muchísimo peor”, cavila Ramos, que remarca, no obstante, que en sus talleres con jóvenes sigue encontrando chispas de creatividad. “Los niños aún inventan cosas maravillosas, y eso es muy bonito”, celebra.

De hecho, la autora está en contacto directo con niños y jóvenes, ya que compagina su labor literaria con la docencia universitaria y con la organización de talleres de escritura creativa para todas las edades. Fruto de esa experiencia nació su libro Taller de Escritura Creativa en 44 Desafíos. “Yo no soy una profesora de taller que se fija en las comas. Yo quiero que creen, que se suelten, que disfruten”, dice.

Una secuela en marcha

Defiende también el papel terapéutico de la escritura. “Es uno de los grandes remedios para el dolor”, afirma. Y celebra cómo muchos de sus alumnos superan la timidez y la inseguridad al compartir sus textos y descubrir que pueden emocionar a otros. “El taller es un sitio fenomenal para encontrar alegría y seguridad”, resume.

En cuanto al futuro de Koko, la autora confiesa que la continuación ya está pensada desde hace tiempo. “Será una exploración más profunda del país de los grandes sueños, que colinda con el reino del más allá”, adelanta. Un territorio onírico donde volverán a encontrarse naturaleza, fantasía y una búsqueda espiritual.

Por eso insiste en que España tiene una deuda pendiente con el fomento de la literatura, especialmente la infantil y juvenil. “Se considera un producto de segunda, y no debería ser así. Hay mucha poesía infantil de calidad, muchos autores extraordinarios. Hay que sacar pecho de eso”.