“La música de cine tiene una cualidad evocadora muy similar a la de los perfumes”

Dice el director de orquesta, compositor y divulgador Constantino Martínez Orts, que bastan dos notas de una buena composición para viajar al pasado. Y, para una gran mayoría de la población, la música de su infancia está vinculada a las experiencias que han vivido en una sala de cine o en el salón de su casa tras haber pasado por el videoclub del barrio.
El cine, según reconoce el director de la Film Symphony Orchestra (FSO) cambió la forma en la que los propios compositores escribían sus partituras. El séptimo arte se convirtió rápidamente en un entretenimiento de masas, que superó a la ópera y el teatro. Con ello, ha acabado acaparando en buena medida la memoria musical de millones de personas. El público, por tanto, está del lado de proyectos como el suyo, que estará el 10 de mayo en el Teatro de la Axerquía de Córdoba.
Un proyecto ideado e impulsado por este profesor de dirección de orquesta en Berklee College of Music, que, en su periplo por el mundo, descubrió que en España aún hacía falta una orquesta que no tratara a las bandas sonoras como el hermano pequeño de la música clásica. Lo cuenta en esta entrevista con Cordópolis.
Hay mucho público que ama la música de cine
PREGUNTA. Este fin de semana tienen una cita en Córdoba una ciudad que, aunque tradicionalmente no es muy cinematográfica, tiene mucho potencial para ello.
RESPUESTA. Bueno, sí, Córdoba era una ciudad en la que teníamos pendiente el poder actuar durante estas giras, porque, además, sabemos que el público cordobés es muy cinéfilo, y ya nos seguía y acudía a nuestros conciertos. Así que, decidimos atender esas peticiones e intentar actuar en Córdoba para satisfacer a todo este público que fielmente nos ha seguido durante tantos años.
P. ¿Qué le llevó a usted a embarcarse en este proyecto tan especial de la Film Symphony Orchestra?
R. Realmente, es una pasión la mía por el cine y por las bandas sonoras. Film Symphony Orchestra es un proyecto muy pasional que nace de este amor por la música de cine. Después de mis estudios en España de dirección de orquesta y composición, hace más de 20 años, me especialicé en música de cine en Londres con un máster de film scoring. Continué estudiando en Estados Unidos; fueron mis años de peregrinaje como músico. Y, el ver cómo se trataba la música de cine en otros países, me hizo reflexionar sobre lo que se estaba haciendo en España.
Como asiduo a festivales de música de cine, podía contrastar el descuido que había en torno a este tipo de conciertos. La sensación era como que la música de cine era tratada de una manera, no voy a decir menospreciada, pero sí como un poco la “hermana menor” de la música clásica. Por ello, decidí crear una orquesta en España que se dedique a cuidar las bandas sonoras con cariño, con esmero y con todo el respeto del mundo para que el público disfrute de esta música que a mí me ha generado muy buenas emociones y sensaciones fabulosas a lo largo de toda mi vida. Siempre pensé que si esto me lo producía a mí, podría ser algo más genérico. Y hemos podido contrastar que no soy el único, que hay mucho público que ama la música de cine. Ese es un poco el origen, una pasión personal.

P. ¿Considera que la aparición del cine supuso un antes y un después, una revolución para la música y los compositores?
R. Bueno, históricamente, la aparición del cine a principios del siglo XX es una consecuencia de la decadencia de la ópera. Realmente, aparece el cine como una nueva forma de entretenimiento, y muchos compositores emigraron a Estados Unidos a consecuencia de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, muchos de ellos judíos debido a los progromos y el holocausto. Era una nueva forma de entretenimiento, una nueva forma de expresión. Pero, en cuanto el cine adquiere esa cualidad sonora y se pueden crear partituras originales, muchos compositores se ven seducidos por este arte. Asumen trabajos de dirección musical en los grandes estudios, porque no se componía música original, sino que se transcribía o se adaptaban partituras de música clásica. Hasta que llegó un momento en que se vio que por las dimensiones que estaban alcanzando los proyectos, requerían de una música que dotara cada bobina de una personalidad propia. Es cuando se empiezan a escribir las primeras partituras cinematográficas originales.
P. Lo digo porque, cuando uno acude a un espectáculo como este, siempre tiene imágenes asociadas a lo que escucha. Eso no ocurre necesariamente con otro repertorio, ¿verdad? ¿Qué tiene de especial la música de cine en este sentido?
R. Sí, desde luego. A ver, la música de cine, la música en general, pero en especial las bandas sonoras tienen esa cualidad, ese gran poder evocador, que es capaz de trasladarnos en el tiempo y en el espacio escuchando básicamente dos notas. Me remito siempre a esos dos primeros acordes de Memorias de África. Es que es imposible no visualizar a Robert Redford y a Meryl Streep en una avioneta sobrevolando la sabana.
Entonces, la música de cine tiene una cualidad evocadora muy similar a la de los perfumes. Eso de que pasa por tu lado alguien con un perfume y dices: “Ostras, esto me ha llevado a mí a hace 10 años y a aquella persona”. Pues con la música pasa lo mismo. Es capaz de llevarnos a esas imágenes, incluso a llevarnos a ese momento que vivimos con alguien en el cine, o en casa, con una mantita. Al fin y al cabo, el cine ha proporcionado para muchos esa banda sonora vital que llevamos todos detrás, con la que hemos reído, con la que hemos llorado. Y claro, cuando estas emociones se resucitan en un concierto, esto es maravilloso y es muy potente. Para nosotros lo más bonito es poder emocionar a nuestro público, que es lo que queremos.
P. ¿Cómo eligen el repertorio de cada temporada o de cada gira? Es un menú muy variado.
R. El repertorio lo elijo yo, es algo muy personal. Llevamos ya 13 años de andadura. La base fundamental es la emoción, desde luego, e intentar ser lo más justos con la historia del cine siempre, intentando abarcar el mayor número de géneros, de décadas, de compositores. Y desde luego, bajo el paraguas de la “poética” que cada gira está enmarcando nuestro proyecto. Este año estamos con Tarab, el éxtasis emocional, esta palabra árabe tan bonita. Así que intentamos realizar una selección en la que nuestro público, que cada año nos sigue y es fiel a la cita de Film Symphony Orchestra, tenga una experiencia nueva.
Yo hago el símil -salvando las distancias y con todo el respeto, porque me apasiona la cocina- de ponerme un poco en la piel de un chef que elabora un menú. Intento generar un menú que levante todas esas emociones en ese paladar musical que tenemos todos. Que sea capaz de tocarnos en algún momento nuestra sensibilidad más infantil con Frozen o La Sirenita -o, si nos han gustado Harry Potter, este año con Animales fantásticos y dónde encontrarlos, o que el universo Star Wars también esté representado-. Luego partituras, en este caso por la emotividad que contienen, como La Lista de Schindler, como Leyendas de Pasión, con Forrest Gump. Hacemos alusiones también a la música incidental como con los cortes que interpretamos de Troya. Y este año incorporamos bastantes partituras vanguardistas o relativamente recientes como el Oscar por Oppenheimer, Dune de Hans Zimmer, The Martian, Gravity. Entonces, como ves, es un viaje muy ecléctico, muy variado en el que esperamos que en algún momento de este viaje el público alcance ese Tarab. Que esa emoción haga que surjan esas lágrimas incontenibles, que ese corazón palpite más rápido, esa piel de gallina que dices “Buah, es que me han tocado el corazón”. Eso es lo que queremos.
P.: ¿Cuál es su debilidad personal, el plato que nunca falta en su menú? ¿Hay algún compositor o pieza predilecta?
R. Yo creo que los que me siguen ya saben que a mí me gustan mucho los clásicos. Vengo del mundo sinfónico, de la ópera, del concierto, y desde luego, los clásicos no faltan: Steiner, Franz Waxman, Alfred Newman. Korngold es uno de mis grandes preferidos. Este año incluimos El Halcón del Mar, una película que probablemente nadie ha visto, una partitura que nadie ha escuchado. Y realmente, yo siempre incorporo, siempre que puedo, a Korngold para abrir un poco boca con esos clásicos, ese sonido de esa Época Dorada, años 30, años 40, de Hollywood. Son años en los que se gestaron unas partituras memorables, monumentales, que nos remiten a Mahler, a Strauss, a Wagner. Y que, no olvidemos, son los padres fundadores de ese sonido hollywoodiense del cual han bebido otros grandísimos compositores como Jerry Goldsmith, Alan Silvestri, John Williams. Incluso te diría que está Hans Zimmer, o Morricone, por supuesto.
P. ¿Y qué partituras se quedan fuera? ¿Alguna por cuestión de derechos?
R. Si te soy sincero, se quedan fuera por cuestión de tiempo. El concierto ya dura casi 3 horas, dos horas y media más. Y al final es que es imposible. Podemos hacer el concierto eterno tocando bandas sonoras. Cada gira intentamos realizar una selección lo más variada, lo más emocionante. Y sí, se quedan fuera, pero no ya tanto por derechos, sino porque no caben en el concierto. En algún momento hay que acabar. Como digo siempre: “No están todos los que son, pero sí son todos los que están”.
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